La culpa es una emoción compleja, clasificada por los psicólogos como una emoción auto-consciente porque para que se produzca, la persona ha tenido que alcanzar un nivel de desarrollo como para poder hacer una evaluación relativa a su propia conducta y a su propio yo.
La culpa es una emoción que hace sentir al que la padece verdadero
desasosiego y sentimientos de remordimiento y de no merecimiento.
En muchas ocasiones puede llevar a la auto-agresión y al
deseo de castigo por las acciones intencionadas o no intencionadas que se han llevado a cabo
sobre otra persona.
Sin embargo, la culpa es también una emoción bellísima que nos
empuja a pedir perdón y a reconocer nuestros fallos, permitiendo el contacto
pleno con la otra persona a la que se ha dañado, posibilitando así sanar esa relación o ese
vínculo que nos unía a la otra persona.
Es esta una culpa mucho más empática que la mencionada anteriormente, que moviliza a la persona que la siente a reparar el daño ocasionado, disculpándose y admitiendo la responsabilidad de lo ocurrido con una actitud sincera y humilde.
Es esta una culpa mucho más empática que la mencionada anteriormente, que moviliza a la persona que la siente a reparar el daño ocasionado, disculpándose y admitiendo la responsabilidad de lo ocurrido con una actitud sincera y humilde.
Ninguna otra emoción como esta dirige a la persona hacia la maravillosa meta de pedir perdón. ¡Y nada tan bonito ni tan grande para el ser humano como perdonar y ser perdonado!
Así, cuando esto sucede, la persona que ha sido agraviada,
humillada, maltratada o herida en una parte profunda de su ser, puede abrirse
al otro y aceptar esas “disculpas”, perdonando de corazón al otro que le hirió.
En otras ocasiones, sin embargo, la culpa se torna una
emoción más negativa para la persona que la siente, llevándola a una rumiación
excesiva en forma de remordimientos y autoreproches.
Un sentimiento de culpa tan intenso puede desencadenar en la persona estados de
ansiedad y de abatimiento profundo.
Para estas situaciones es recomendable tomar Pine, la esencia que Bach elaboró para “quienes
siempre se culpan a sí mismos. Incluso cuando han tenido éxito piensan que
podrían haberlo hecho mejor y nunca están satisfechos de sus esfuerzos o sus
resultados.” Estas personas dice Bach “son grandes trabajadores y sufren mucho
por los errores; aunque sean cometidos por otra persona, ellos se adjudican la
responsabilidad”.
Es una esencia que el terapeuta ofrece junto con otras
de otros sistemas florales cuando la persona se autocrítica en exceso, se
obsesiona, se lamenta o se autocastiga no permitiéndose disfrutar de lo que la
vida le regala día a día. Nos abre las puertas a la capacidad de perdonarnos y nos libera de esa carga tan pesada por aquello que hicimos o que no fuimos capaces de hacer permitiéndonos aceptarnos de nuevo y volver a ser nosotros mismos.
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