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Sexualidad masculina: ¿placer u obligación?

¿Es la sexualidad masculina una práctica placentera para el hombre o por el contrario está cargada de exigencia y obligación ?
¿De que manera puede el hombre practicar su sexualidad plenamente sin sentir que debe estar a la altura de las circunstancias?

Ser hombre o ser mujer no es solo haber nacido con ese sexo. Nacemos hombres o mujeres, pero nos convertimos en ellos (mujeres u hombres) a través de un proceso de socialización y de construcción de identidades.

Dependiendo de nuestra identidad masculina o femenina viviremos nuestra sexualidad de manera diferente.
La masculinidad o la feminidad la vamos construyendo poco a poco a medida que vamos incorporando a nuestra personalidad determinadas características que conforman los estereotipos culturales de la época. 

Así, los hombres, construyen su identidad masculina negando la vulnerabilidad y los sentimientos que pueden supuestamente hacerles creer más débiles, y la basan en una demostración permanente de fuerza y coraje.

Otra de las manifestaciones más importantes de la vivencia de la sexualidad masculina lo constituye la demostración de una sexualidad activa.

Todo hombre sabe que la cultura patriarcal en la que estamos inmersos desde hace miles de años, impone el mandato interno de la demostración de la virilidad mediante la prueba fehaciente de que “puede funcionar” y de que “lo hace estupendamente”.

Lo contrario a este mandato interno sería demostrar disfunción sexual, lo que deja al hombre con sentimientos de fracaso e inutilidad.

Este contexto cultural hace que muchos hombres centren su sexualidad poniendo mucho énfasis en su parte genital y en el funcionamiento de su respuesta sexual, olvidándose en muchos casos de sentir ternura y de experimentar una comunicación más íntima con la otra persona.

Para muchos hombres la sexualidad se reduce al trinomio: erección, penetración y eyaculación.

El erotismo y sus manifestaciones de placer pasan a un segundo plano, pues el fin último de la sexualidad masculina es la penetración. Todo lo que antecede antes de ella es solo para conseguir ese fin, pero no es importante para muchos hombres.  

Esta manera de pensar se asume de manera inconsciente y se convierte en un mandato interno para el hombre, que convierte así su sexualidad en la obligación de tener que estar siempre “a la altura” de lo que se espera de él.



Algunos hombres tienen el mandato interno de tener que tener reacciones rápidas desde el punto de vista sexual, y a complacer a la compañera siempre. De esta manera, complacer a la compañera no se vive siempre como un placer sino como un deber.

La sexualidad vivida así, se convierte en una sexualidad mecanizada, rígida y automatizada en la que los hombres, y, en consecuencia, sus compañeras no se divierten, no gozan espontáneamente, y donde se produce poco contacto y comunicación sincera.

Desde la terapia floral se pueden tratar estas dificultades para que el sexo no se viva separado de las emociones y de la afectividad. 

Las esencias del sistema de California como: 
  • Basil
  • Hibisco 
  • Poison Oak 
  • Sticky Monkey Flower o Black Cohosh    
  • Easter Lily 
predisponen a la sensualidad y al erotismo y promueven la expresión de sentimientos cálidos y tiernos en la intimidad, necesarios para el disfrute de la misma y para que se produzca un “contacto real” con la pareja.

Algunas de estas esencias florales permiten que los hombres y las mujeres se sientan más seguros y menos vulnerables en la intimidad, y que aspectos como la dulzura y la ternura tengan cabida en el encuentro sexual.

Suponen una gran ayuda para los hombres que no saben mostrarse tiernos, cálidos y sinceros, pues eso “es cosa de mujeres”, y les aleja de su ideal masculino de hombres fuertes y agresivos.


La toma de estas esencias florales facilita la confianza en la relación, en el saber hacer, en el dejarse llevar, en no tener miedo a la intimidad, y a lo que pueda surgir de la unión con el otro.

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